Clase N°5: El Peronismo (1943-1955)
Revolución del 43 y ascenso de Perón
El 4 de junio de 1943 un régimen de carácter militar se instaló en la Argentina. La revolución del 4 de junio se caracterizó por la pluralidad de tendencias existentes en el grupo revolucionario, aunque, sin embargo, coincidían en la convicción de que el orden constitucional estaba agotado. El nuevo gobierno se constituyó mayoritariamente por militares.
Los miembros del gobierno, coincidieron en la necesidad de acallar la agitación política y la protesta social: proscribieron a los comunistas, persiguieron a los sindicatos, intervinieron la CGT, intervinieron los partidos políticos, las universidades. Además, establecieron la enseñanza religiosa obligatoria en las escuelas públicas.
En el terreno de la política internacional el gobierno mantuvo la neutralidad con respecto a la guerra. Se los identificó con el nazismo y eso influyó negativamente en su relación con los Estados Unidos, al no apoyarlos en la guerra.
Si bien, el ejército temía el avance que por esos años estaba teniendo el comunismo en el mundo laboral, no todos coincidían en el remedio para frenar dicho desarrollo. La mayoría sostenía la necesidad de reprimir, encarcelar y perseguir los líderes comunistas y sus ideas. Sin embargo, hay un grupo que tiene (gracias al trabajo de médicos militares) conocimiento de la precaria situación de gran parte de la sociedad, y perciben la situación de un pre estallido social. Pensaban que en ese contexto, no alcanzaba con reprimir, sino que era necesario ofrecerles a esa población cierto grado de bienestar económico integrando al obrero al sistema como un consumidor y, de esa manera, alejarlo de la influencia revolucionaria que propugnaba el comunismo.
Dentro de este grupo, quien viene con un plan preestablecido es el coronel Juan Domingo Perón, el cual es designado en un cargo de poca importancia, el Departamento Nacional del Trabajo (que tiene la ventaja de un gobierno que actúa por decreto), desde donde inicia una política de acercamiento hacia los dirigentes sindicales obreros. Las primeras medidas impulsadas por Perón fueron la derogación de las leyes que limitaban y reprimían la acción sindical, la reincorporación de los obreros despedidos y el cumplimiento de las 60 horas de trabajo semanales.
Un mes después, el Departamento de Trabajo fue elevado al rango de Secretaría de Trabajo y Previsión. Desde allí, Perón estableció un conjunto de disposiciones que mejoraron sustancialmente las condiciones de vida de los trabajadores y su posición frente a sus empleadores. Estas medidas dieron respuesta a muchos de los reclamos por los cuales el movimiento obrero venía luchando desde principios de siglo. Entre ellas, las más importantes fueron la "Ley de Despidos", que establecía que todo trabajador tenía derecho a percibir una indemnización proporcional a su antigüedad en caso de ser despedido sin causa; el establecimiento del seguro social y la jubilación, que benefició a dos millones de personas; el "Estatuto del Peón", que fijó un salario mínimo y procuró mejores condiciones de habitación, vivienda y trabajo para los peones rurales; la creación de los Tribunales de Trabajo, cuyas sentencias, en líneas generales, fueron favorables a las demandas obreras; el establecimiento de mejoras salariales y el aguinaldo para todos los trabajadores. También estableció el reconocimiento de las asociaciones profesionales, medida que significó un fortalecimiento jurídico de los sindicatos como organizaciones de representación de intereses
Desde el 17 de octubre de 1945, las familias obreras tuvieron una presencia constante en las movilizaciones peronistas. Algunos antiperonistas denominaron despectivamente a los partidarios de Perón con el calificativo de "cabecitas negras" y caracterizaron la irrupción de las masas obreras en la política como un -aluvión zoológico".
Estas decisiones tuvieron un gran impacto sobre la sociedad y generaron la rápida adhesión a Perón de muchos trabajadores y dirigentes gremiales. Al mismo tiempo, también provocaron temor entre otros sectores que se preocuparon por el crecimiento del poder de los sindicatos.
Los empresarios de la UIA temían que la nueva legislación laboral provocara " indisciplina" en sus empresas, y los terratenientes nucleados en la SRA desconfiaban del "industrialismo" de Perón y consideraban el Estatuto del Peón como una intromisión del Estado en sus negocios privados. También se sumaron a esta incipiente alianza antiperonista grupos de profesionales y de estudiantes universitarios y casi la totalidad de los partidos políticos. El acercamiento entre Perón y los dirigentes sindicales profundizó la oposición, además, entre los oficiales nacionalistas y católicos más conservadores.
Los dirigentes de los grupos opositores organizaron la denominada "Junta de Coordinación Política", que contó con el activo apoyo del embajador de los Estados Unidos, Spruille Braden. Esta alianza presionó al presidente Farrell para que entregara el gobierno a la Corte Suprema de Justicia y, luego, convocara a elecciones nacionales.
El 8 de octubre de 1945, en el marco de una situación política cada vez más conflictiva, los sectores más conservadores del Ejército forzaron a Perón a renunciar a todos sus cargos. Unos días después, el coronel quedó detenido en la isla Martín García.
La movilización obrera del 17 de octubre de 1945
Un sector de la sociedad argentina que pensaba que el movimiento que se estaba gestando bajo el liderazgo de Perón era similar al fascismo europeo consideró la detención del coronel como el paso previo hacia la democratización política. Para otros sectores, en cambio, la salida de Perón del gobierno significaba una amenaza a las conquistas sociales logradas durante los dos años de su gestión al frente de la Secretaria de Trabajo y Previsión.
Los dirigentes sindicales que apoyaban a Perón comenzaron a discutir la posibilidad de tomar medidas de lucha para exigir su liberación y asegurar la vigencia y profundización de las reformas sociales. Pero entre los dirigentes del movimiento obrero existían desacuerdos sobre si debían apoyar o no a Perón.
Luego de una jornada de intensos debates en el local de la CGT, un grupo de dirigentes obreros tomó la iniciativa de declarar una huelga general y convocó a una movilización para el 18 de octubre. Esta decisión fue el resultado, sobre todo, de la presión ejercida por los trabajadores tucumanos de los ingenios azucareros (FOTIA) y por el sindicato de obreros de la carne de Berisso. Sin embargo, en los suburbios industriales de Buenos Aires. Rosario y La Plata, la movilización de los obreros desbordó las disposiciones de la central sindical. En la mañana del día 17 de octubre, un día antes de lo dispuesto por la CGT, grupos de trabajadores comenzaron a movilizarse en los principales centros urbanos del país.
Hacia el mediodía, nutridas columnas de obreros que manifestaban su adhesión a Perón y exigían su libertad confluyeron sobre la Plaza de en la ciudad de Buenos Aires. Al mismo tiempo que la concurrencia en la Plaza de Mayo crecía y se registraban acciones similares en el resto del país, durante toda la jornada se realizaron numerosas reuniones y negociaciones políticas entre representantes del gobierno, el representante de Perón y el Comité Nacional de Huelga, integrado por la dirección de la CGT y de sindicatos autónomos.
A medida que pasaban las horas, el gobierno se vio obligado a ceder a las exigencias de Perón. La policía no dificultó la llegada de los grupos de obreros al centro de la ciudad y entre los militares no hubo acuerdo para sacar las tropas del Ejército a las calles y reprimir a los manifestantes. Con la intención de poner fin a la movilización, el gobierno concedió a Perón el uso de la radio oficial para difundir un mensaje; también se comprometió a formar un nuevo gabinete con hombres de confianza del coronel y a mantener la convocatoria a elecciones sin proscripciones.
Finalmente, en horas de la noche, desde los balcones de la Casa Rosada, Perón dirigió un mensaje a la multitud reunida en la Plaza de Mayo. En esa oportunidad, Perón utilizó la palabra "trabajadores" para dirigirse al pueblo que coreaba su nombre. El clima de movilización popular también estuvo presente en otras ciudades del país, como La Plata, Rosario y Córdoba. En las jornadas del 17 y el 18 de octubre, la presencia activa de los trabajadores en las calles de los grandes centros urbanos puso de manifiesto el surgimiento del peronismo como un movimiento de masas, con una clara identificación social y política.
A partir de entonces, el
conflicto social entre las masas obreras, por un lado, y los sectores medios y
la elite -integrada por los terratenientes, los grandes comerciantes
exportadores y la gran burguesía industrial-, por otro, se expresó, además,
como un conflicto político entre peronistas y antiperonistas.

