Clase N°8: La Revolución Libertadora (1955–1958)
«Aquella noche de setiembre de 1955, mientras los doctores, hacendados y escritores festejábamos ruidosamente en la sala la caída del tirano, en un rincón de la antecocina vi cómo las dos indias que allí trabajaban tenían los ojos empapados de lágrimas. [...] ¿qué más nítida caracterización del drama de nuestra patria que aquella doble escena casi ejemplar? Muchos millones de desposeídos y de trabajadores derramaban lágrimas en aquellos instantes, para ellos duros y sombríos. Grandes multitudes de compatriotas humildes estaban simbolizadas en aquellas dos muchachas indígenas que lloraban en una cocina de Salta»
Ernesto Sábato
El antiperonismo al mando
El gobierno de Perón fue derrocado por un amplio conglomerado político y social, cuyo punto de cohesión era el rechazo al presidente. Este frente antiperonista estaba formado por los siguientes sectores: todos los partidos políticos opositores, la Iglesia y las organizaciones de laicos, buena parte de las Fuerzas Armadas, las organizaciones de los estudiantes universitarios, la mayoría del empresariado rural y parte del industrial y del comercial. En el plano social, estos sectores opositores pertenecían, por lo general, a la clase media, mientras que la clase obrera mantuvo su identificación con el peronismo.
Lonardi y Aramburu
El gobierno surgido de la Revolución Libertadora se desarrolló en dos etapas. Durante la primera, predominó la actitud conciliadora del general Lonardi; la CGT no fue intervenida y se evitaron conflictos con los gremios. Sin embargo, los odios y resentimientos acumulados por tanto tiempo por los sectores antiperonistas hacían difícil este espíritu conciliador, pronto el gobierno provisional se vio abrumado por una verdadera avalancha de reclamos, que presionaban para que Lonardi adoptara una política más dura y decidida, exigiendo del gobierno una política de desperonización exenta de vacilaciones.
Hacia la "desperonización"
En noviembre de 1955, a causa de las diferencias en el gobierno, Lonardi fue desplazado y asumió la Presidencia el general Pedro Eugenio Aramburu. La gestión de este se caracterizó por su cerrado antiperonismo. Su objetivo era la "desperonización" de la sociedad argentina a través de una fuerte persecución política e ideológica, con el fin de eliminar al peronismo como un factor de poder en la política argentina. Para ello disolvió el Partido peronista, derogó la constitución de 1949, intervino la CGT y los sindicatos, detuvo a una gran cantidad de dirigentes políticos y sindicales, depuró de peronistas las universidades y la administración pública y controló los medios de comunicación. El peronismo quedó proscripto, se prohibían las publicaciones con su nombre y cualquier símbolo, palabra o imagen que fuera expresión del movimiento
Mientras tanto, Perón -exiliado primero en Venezuela, luego en la República Dominicana y desde 1960 en España- procuraba mantener su liderazgo entre sus confundidos y dispersos partidarios, que habían desarrollado en la Argentina una organización clandestina denominada " la resistencia". En junio de 1956, algunos militares peronistas - sin el apoyo de Perón, que en rigor no deseaba agregar motivos de conflicto dentro del Ejército- se alzaron contra el gobierno. La fracasada intentona, encabezada por el general Juan José Valle, fue reprimida con una severidad inusitada, sin precedentes en el siglo: el gobierno aplicó la ley marcial e hizo ejecutar a dieciocho militares y nueve civiles que habían formado parte del Movimiento.
Política económica
El gobierno de facto, en lo económico, buscó alinearse con los postulados de la economía liberal, ingresando al FMI, e implementando políticas "ortodoxas".
Entre las medidas propuestas se incluía la reducción de personal, la devaluación del peso, aumento de impuestos. Alentaba el fomento a la producción agropecuaria, la inversión en la industria petrolera, siderúrgica y el fomento a las inversiones extranjeras. El impulso a la industria pesada necesitó la cooperación financiera internacional, cuyo resultado fue el aumento notable del endeudamiento. Con la puesta en marcha de la política económica, los trabajadores fueron perdiendo muchas conquistas que habían obtenido durante el peronismo. Luego de la intervención de la CGT, los sindicatos peronistas quedaron formados por las 62 Organizaciones. De este modo los sindicatos se convirtieron en la única institución legal que tuvo el peronismo como resistencia.
Elecciones constituyentes y elecciones nacionales
El gobierno surgido de la Revolución Libertadora tenía carácter provisional: su principal tarea era conducir el país hasta las elecciones nacionales. Previo al llamado a elecciones, el gobierno debía efectivizar la derogación de la Constitución de 1949 y la actualización de la de 1853, según habían acordado todos los sectores antiperonistas que habían participado en el golpe de Estado. Así se convocó a elecciones para formar una Convención Constituyente. Estas elecciones se convirtieron en un test sobre la situación nacional, pues permitían probar qué sucedía en la política argentina sin el peronismo.
El escenario político había sufrido otros cambios profundos. En 1956 se produjo la división de la Unión Cívica Radical entre los seguidores de Arturo Frondizi, que formaron la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), y la que se denominó Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP), cuyos principales dirigentes eran Ricardo Balbín, Amadeo Sabatini y Miguel Ángel Zavala Ortiz.
En las elecciones para constituyentes, el voto en blanco -según las directivas de Perón- se ubicó en primer lugar con el 25 % de los votos. La UCRP se ubicó en segundo lugar, seguida por la UCRI. La Convención Constituyente tuvo un desarrollo accidentado, y entre sus resultados sólo se destaca la incorporación al texto constitucional del artículo 14 bis sobre derechos sociales.
El pacto Perón - Frondizi
Los resultados de las elecciones para constituyente dejaron en claro que el peronismo mantenía una importante cantidad de votos, que la UCRP era la primera minoría dentro de los partidos legales y que la UCRI tenía un cierto caudal electoral y también presencia en todo el país. Teniendo en cuenta estos datos, Arturo Frondizi llevó a cabo una audaz y exitosa maniobra en vistas de las elecciones presidenciales de 1957. Frondizi, candidato a presidente por la UCRI, propuso a Perón un pacto por el cual el peronismo votaría la fórmula de los intransigentes a cambio de la promesa de normalización de la CGT y de la legalización del peronismo cuando Frondizi ocupara la Presidencia. El acuerdo le permitía a Perón tener un papel muy importante en la política argentina, que hubiese sido inimaginable tres años atrás; para Frondizi, era la posibilidad del triunfo electoral.
Las negociaciones del pacto fueron secretas, pero sus resultados fueron públicos. Así, en febrero de 1958 el Comando Táctico Peronista (órgano del peronismo durante el exilio de Perón) emitió una declaración que señalaba lo siguiente:"... la mejor fórmula para enfrentar al grupo de ocupación es votar por Frondizi, candidato que ha declarado solemne y públicamente su propósito de rectificar la política económica antinacional, restablecer las conquistas del justicialismo y permitir la expresión política y sindical de la masa popular".
Hacia una democracia a medias
Los civiles y militares que apoyaron el régimen de la Revolución libertadora padecían una insuperable contradicción: se proclamaban democráticos, pero no admitían que el peronismo participará en la salida electoral y estaban de acuerdo en proscribir al partido del régimen depuesto. Así, la democracia que postulaban adolecía de una falla básica: podía ser disfrutada sólo por un grupo de ciudadanos. Su reconstrucción a través de un gobierno constitucional auguraba problemas graves para su perduración.
En los primeros tiempos de
la Revolución libertadora se partía implícitamente de un postulado: el pueblo
había sido engañado. Bastaba con mostrar la verdad del régimen de Perón para
que se desvaneciera la adhesión popular al "tirano prófugo". Los hechos fueron
demostrando que ese postulado era falso, y esto quedó ratificado
espectacularmente en las elecciones de Constituyente de julio de 1957. Entonces,
la estrategia cambio: de ahí en adelante habría que prescindir del pueblo
peronista. Las Fuerza Armada se constituyeron en vigilante y se dispusieron a controlar
de cerca la gestión del nuevo presidente constitucional para impedir cualquier
deslizamiento hacia el peronismo. Por esto, podemos decir que, entre 1958 y
1966, el país tuvo una democracia a medias, pues uno de los partidos políticos,
el peronismo, estaba proscripto para participar en las elecciones
presidenciales, y su líder, Perón, debía permanecer en el exilio.